Somos un grupo de comunicadores sociales, multidisciplinarios comprometidos en la disminución de la incidencia del VIH, el sida, el estigma y la discriminación promoviendo el conocimiento científico, el compromiso social y político desde una cultura de respeto a los derechos humanos con un enfoque multicultural, prulingüe, de género y generacional.

Nos proponemos apoyar y promover la participación social en la adopción de prácticas saludables a nivel Institucional, familiar e individual que incidan en la disminución de los índices de infección del VIH, el sida, y las ITS. Así también nos proponemos incidir en la disminución del estigma y la discriminación al rededor de estos temas.

Somos un grupo de comunicadores sociales, multidisciplinarios comprometidos en la disminución de la incidencia del VIH, el sida, el estigma y la discriminación promoviendo el conocimiento científico, el compromiso social y político desde una cultura de respeto a los derechos humanos con un enfoque multicultural, prulingüe, de género y generacional.

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Por: Carol Munguía*


San José, Costa Rica. 6 de marzo 2010. Conocer el diagnóstico por VIH abruptamente pasa por un inminente cambio de vida, que además es permanente. El abordaje de la salud mental para las personas con VIH, inicia con los cambios físicos y psicológicos, crisis en la familia por una etapa de intervención.


Esta, fue una de las últimas ponencias que se ofrecieron durante el VI Congreso Centroamericano de ITS, VIH y sida, que se realizó en San José, Costa Rica, del primero al cinco de marzo.

La terapeuta familiar, María Esther Flores Sandoval, al describir cómo afecta la noticia al paciente y a su familiares, indica que la persona en cualquier ciclo de vida, sufre de heridas profundas, reduce su capacidad de asombro y admiración por la vida, comienza una etapa difícil de aprender, sobrevive fantasías de eliminación –aunque el ser humano tenga herramientas para superarlo y hacer un replanteamiento de vida.



En caso que el diagnosticado sea un niño o niña, la crisis comienza al no encontrar repuesta a por qué visito tanto los hospitales, por qué le suministran tantos medicamentos y observa el sufrimiento de los padres. Según la Psicología, se recomienda que la edad adecuada para comunicar el diagnóstico de VIH a la niñez es entre los 7 u 8 años.

En el caso de adolescentes y jóvenes la tensión pasa por cómo informar a los padres que comenzó la actividad sexual, seguido, en el caso que se ignore su orientación sexual, del estigma familiar y social. El mejor antídoto en cualquiera de las edades es: El apoyo médico y familiar.

Flores enumeró que lo que más adecuado es escuchar en los ciclos depresivos, dar ánimo, ayudar a recuperar la esperanza, pues ellos y ellas pasan primero por períodos de aislamiento, por el cambio de ser sano o sana a enfermos y enfermas, stress y frustración o culpa.

También pasan por adaptación a los medicamentos, enfrentan los estigmas sociales, a manejar los cambios hospitalarios, aceptar el cambio que además será permanente y organizar la vida de acuerdo a sus conductas de riesgo y protección.



*Enviada especial de la Red de comunicadores y comunicadoras para el abordaje del VIH y el sida.

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